domingo, 8 de mayo de 2011

Blanco y Negro


Ahora mismo escribo porque no puedo hacer otra cosa más. Mi mente se encuentra en stand by y no me permite estudiar, dormir o pensar Escribo, planteo situaciones y “pienso” acerca de lo que es mi vida. Y que mejor que dejar a la mente fluir mediante un relato improvisado:


Érase una vez, en los albores del universo,  un tiempo en el que no existían los colores tal y como los conocemos hoy (exceptuando a daltónicos, acromáticos y ciegos). Sólo estaban los dos hermanos, Blanco y Negro. Blanco, el menor de los hermanos, había nacido poco tiempo después que negro, pero tenía más iniciativa que su hermano mayor. Tardó pocos eones en crear la luz (blanca, por supuesto), las estrellas y el tiempo. Negro creó el vacío, y en un acto de egolatría creo los agujeros negros. Los agujeros negros eran tan poderosos que absorbían las creaciones de su hermano menor, y éste no tenía más remedio que llorar, porque su hermano Negro, más viejo y mandón que él, ocupaba prácticamente toda la extensión del universo. Cuando la luz, las estrellas y el tiempo, que con tanto cariño había creado Blanco, entraban en los magníficos agujeros negros, se distorsionaban, giraban y desaparecían. Nadie sabía por donde salían. Así pasaron los años, millones de ellos, con la rutina de creación y destrucción de los hermanos. Pero un día, Blanco, ya harto de llorar, se acercó peligrosamente a un agujero de su hermano para acabar con su vida, pues que sentido tenía si todo lo que él hacía lo rompía su hermano. Paso a paso, Blanco se acercó, y justo cuando se iba a meter en el agujero, Negro le divisó en la distancia, pero no eran rápido como la luz, así que no le dio tiempo a agarrarle antes de que sucumbiera ante el inmenso poder de su creación. Blanco dio vueltas y vueltas, gritando y revolviéndose, hasta convertirse en un punto muy pequeño en un lugar donde no se aplican las leyes de la física y, finalmente, desaparecer.

Negro, ante la impresión y el dolor del momento, pegó un grito que se oyó, literalmente, en los confines del universo, y los agujeros negros, alterados por éste, empezaron a moverse caóticamente, chocando unos contra otros y formando un cúmulo enorme que absorbía la luz, el vacío, las estrellas, y, en último término, a Negro.

Todo lo que quedaba en el universo era un agujero gigante que lo contenía todo, incluidos los hermanos. Negro, al abrir los ojos dentro del agujero (pues pensaba que estaba “muerto”), vio a su hermano, sonriéndole, y juntos se fundieron en un abrazo con tal fuerza que la gravedad del agujero se disolvió, explotando y fusionando a los dos hermanos en un ente que contenía todos los colores que puedas imaginar, disolviéndolos a lo largo y a lo ancho del universo hasta nuestros días. Conocemos la explosión del agujero y la expansión de los hermanos como Big Bang.

Webcam de la Grand-Place (Bruselas)

Esta dirección es una pequeña joya:


Es, ni más ni menos, que una URL a la webcam de la Grand-place en Bruselas, pero esta webcam es diferente a la mayoría, ya que tú puedes controlarla, y usar un zoom bastante potente que te deja ver cosas bastante graciosas. Ésta es mi mejor imagen de todo el tiempo perdido hurgando por el punto neurálgico del país de los gofres y la cerveza:

Pulsa para ampliar

Grande

sábado, 30 de abril de 2011

domingo, 6 de marzo de 2011

Pequeño relatejo

Érase una vez, en un dónde y un cuándo, una persona que sólo pensaba en seguir caminando hacia delante. Sus ojos, fijados con cuerdas entrelazadas, atornillaban su vista para que no pudiese distraerse con los laterales del sendero, y así cruzó llanuras, subió montañas y pateó campos de maíz, hasta que un día se encontró con un alto muro de ladrillos.
A medida que se iba aproximando al muro, el hombre empezaba a sudar, ya que sabía que se estrellaría una y otra vez, hasta probablemente morir de sufrimiento y agotamiento. A los pocos pasos, se estrelló contra los ladrillos, y un golpe seco -el de su cráneo contra la pared- resonó en la abismal distancia. Retrocedió por reacción, y automáticamente volvió a caminar hacia delante, dándose dolorosamente de bruces contra el dichoso muro. Durante tres días y tres noches, el ya famélico y moribundo antihéroe continuó golpeándose, sangrando y rompiéndose la mayoría de sus huesos, pero de ningún modo podía parar de caminar contra el muro. Rezó pidiendo ayuda a un dios, al que fuese, y no recibió respuesta. Meditó, escribió sus últimos deseos y se golpeó contra el muro. El ladrillo cedió, y como débil eslabón arrastró a los bloques colindantes hasta que todo el muro se derrumbó en un esplendoroso estruendo ed polvo, dolor y victoria.
El hombre, llorando de alegría y sin poder hacer otra cosa, siguió caminando hacia delante, con sus zapatos con la goma gastada caminando sobre los restos de su certera muerte. Dos días más siguió caminando, hasta que se encontró con otro muro. "¡Malditos muros!" -pensó el hombre-," que no me dejan seguir mi camino. Al final acabaré muriendo, con los huesos rotos y las vísceras vacías". Al llegar al muro, vio escrito con imponentes letras: "¿hacia dónde caminas?".
Nuestro protagonista leyó el cartel una y otra vez mientras se golpeaba hasta morir, pues los ladrillos no cedieron.


No tiene moraleja

lunes, 28 de febrero de 2011

Mi opinión acerca de las faltas ortográficas, ¡hoygan!

Es una tontería, pero me divierte un rato, ¡MIS HOGOS!

Cartas al director (parte II)

Dieciocho días sin escribir son dieciocho días, y no dejo sin recompensa a mis pocos lectores. He aquí el fruto de las cartas que envié a Diario Sur (de mi Málaga) y al ABC (de tirada nacional y lo regalan en mi universidad).

Enlace a carta en Diario Sur

Enlace a carta en el ABC

Quiero creer que las han capado por la longitud de la misma, pero en cualquier caso, agradezco que las hayan publicado.